Hace cuatro años decidimos vivir juntas. En ese momento, yo, Estefanía, tenía 20 kilos de sobrepeso y atravesaba una etapa difícil: una ruptura, inseguridades y la sensación de estar estancada en mi vida. Llegar a la casa de mi hermana, quien ya era coach y tenía hábitos saludables, fue un desafío, porque yo no soportaba ni el pollo, ni las verduras, ni las ensaladas.

Por otro lado, yo, Natalia, había recorrido un largo camino en la sanación de mi relación con la comida y mi cuerpo. Me convertí en coach y terapeuta porque no me sentía orgullosa de la mujer que era. Sabía que mis hábitos y elecciones no me llevaban hacia mis sueños, sino que me alejaban de ellos. Aplicando en mí misma todas las herramientas que aprendí, logré convertirme en la mujer que soñaba ser. Y aunque el proceso de transformación es constante, hoy cuento con el conocimiento y la mentalidad para seguir avanzando día a día.

Cuando Estefanía decidió abrirse y pedirme ayuda, comenzamos a trabajar juntas. Aprendió herramientas para gestionar la ansiedad y transformar su alimentación, no solo para alcanzar su versión física ideal, sino también para desbloquear su vida y sentirse plena. El resultado fue un proceso sostenible y equilibrado que le permitió perder 20 kilos sin dietas extremas y, lo más importante, sin volver a recuperarlos.